¿Acaso el mundo no es sino la sombra de una nube que, no bien el hambriento de sombra la anhela, se disuelve…? (Ibn al-Mu'tazz)



martes, 7 de febrero de 2012

Ghazal de la mirada



Te busco, amada, entre los arrayanes más humildes
que circundan el barrio de la ciudad dorada donde habitas.
¿Acaso iban a ser más dignos los extensos jardines
del gobernador y su corte de funcionarios,
levantados para exaltar su poder?

No es en palacio alguno ni en barrios elegantes donde me esperan
ni tampoco sería en ellos bien recibido.
Si rastrease tu estancia allí
te imaginaría contemplando ociosa el paso de las horas
y acatando sumisa los designios de tus valedores.
Pero no serías la misma.

Te prefiero hija de la modestia cotidiana,
artesana del ensueño y de las historias
que desparraman por el mundo los hijos de la palabra.
Te deseo dueña de los pequeños ritmos
que transforman la vida perecedera
 con los goces de sus sonidos y la armonía de sus danzas.

Elaboraré aceites aromáticos de los viejos arbustos para ti.
Me untaré en su jugo con la misma intensidad
con la que anhelo explorar el fondo de tus ojos.
En ellos la maleza de los días no me oculta la mirada que yo busco,
aquella que brota desde el origen que una vez extravié. 




*Fotografía de Angèle Etoundi Essamba