¿Acaso el mundo no es sino la sombra de una nube que, no bien el hambriento de sombra la anhela, se disuelve…? (Ibn al-Mu'tazz)



jueves, 9 de septiembre de 2010

Casida Dad


Hundo mis manos en la arena

y remuevo su agua más profunda y me estremezco.

Allí abajo está ella en su forma de piedra,
en su rostro de origen,
la mujer que reclama mis sueños y sube por las calles de la medina
invocándome para protegerse de sí misma.

Ella no sabe o acaso lo presiente
que, mientras recorro la tierra yerma del deseo, hago lo mismo
convirtiendo mi piel en palabras con que sujeto al viento.

Bienvenida la mujer que parte desde lejanos parajes para salir a mi encuentro.


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