¿Acaso el mundo no es sino la sombra de una nube que, no bien el hambriento de sombra la anhela, se disuelve…? (Ibn al-Mu'tazz)



lunes, 16 de agosto de 2010

Casida Ba



A veces recojo tus dedos y cierro tu mano

y sujeto fuertemente con la mía tu puño.
Un instante en que las manos hablan y las miradas tiemblan.
Luego distiendo mi fuerza y dejo que cada elemento vuelva a su ser.

Te dejas llevar por el sortilegio que hace crecer cada uno de tus dedos.
Al soltarse lo hacen con lentitud y sosiego.
Sorteando el temor agazapado en la energía que contienes.
Tus dedos se paralizan en el vacío como si pidieran más.

Agradecido al Azar por proporcionar este combate delicado
donde no hay pugna sino reconocimiento mutuo.

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