¿Acaso el mundo no es sino la sombra de una nube que, no bien el hambriento de sombra la anhela, se disuelve…? (Ibn al-Mu'tazz)



lunes, 30 de agosto de 2010

Casida Zain


La luz de la lámpara se crece

y la pluma se hace fuerte entre mis manos.

¿Quién podría decir que aquellas líneas curvas
que revolotean sobre un árbol desnudo
no son sino los trazos de mi corazón?

El pulso firme, ¿acaso denota imposición severa
o es el garante de que el poeta de la caligrafía
se desplaza en la dirección acertada?

Que no engañe la justa parada del punto en que la línea se desdobla
y se dispone a saltar en giros verticales,
como las cobras de las ciudades perdidas o los alacranes del desierto.

Una palabra, un paisaje, un ser.

Enternecido por la enseñanza antigua de mi padre,
que me proporcionó esta satisfacción de por vida.

domingo, 29 de agosto de 2010

Casida Ra



Era tal el disfrute de mis sentidos

que casi no oí a los jinetes que escudriñaban mis pasos.

Debieron acampar en las cercanías de mi escondite.
El viento traía sus voces, agitadas por la defección de no hallarme,
y bendije el viento aliado, el aire cómplice que sentía como yo,
y me avisaba bondadosamente.

Siempre podré guarecerme entre los corales, me dije,
y entre las cavidades submarinas que saben de todas las bellezas
salvo de ti.

Alenté a mi fiel équido en dirección opuesta a la tropa insaciable
para que no fuera parte de mi destino si éste era nefasto.
Los cañaverales y la noche acabaron de edificar mi defensa
en un pacto secreto con el piélago.

Supe entonces que la naturaleza se pone de parte de aquel amante
que busca inagotable la naturaleza sincera del amor.

Reconocido estoy a su magnánima protección, y me unjo en ella.

sábado, 28 de agosto de 2010

Casida Thal


Me he refugiado entre la fronda a la orilla de un lago

al escuchar el tropel de las caballerías de los lanceros.

Ante la acechanza conviene guardar calma y proveerse de paciencia.
El tiempo devuelve con creces su propia expresión a quien sabe esperar
y enriquece la fortaleza del ser.

A la caída del sol las olas emitían destellos como zafiros
y me he sumergido entre la abundante caligrafía de las aguas profundas,
creciéndome al compartir sus silencios y su morosidad.

Mi admiración se fortalece con lo inesperado y enriquece mi bagaje.

viernes, 27 de agosto de 2010

Casida Dal


Mi caballo y yo somos uno.

Yo le guío y él me conduce.

Cuando paramos para que abreve, aprovecho
y descanso seguro a su sombra.

Sabe mejor que nadie dónde debe dirigir sus pasos
y cuando le hablo de mi destino se siente satisfecho
porque comprende los sentimientos que me embargan.

No le exijo como si se tratara de una simple montura
ni como a bestia que estuviera a mi servicio.

Él y yo somos indivisibles.

Hay algo más decisivo en él: su compañía calma.
Al caer la noche sus ojos de topacio me preguntan por ti.

Entonces mis palabras se deslizan por su lomo,
trenzan sus crines, prenden en sus ijares
y lo enjaezan de punta a punta de su hermosa arquitectura.

Bondad infinita esta identidad de dos seres que se ayudan
para alcanzar la dicha.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Casida Kha


Existe la ciudad dorada y la he visto a lo lejos.

Desde que la descubrí supe que tenía que dirigirme a ella
fueran cuales fueran los caminos que conducen al suntuoso destino.

En la intención reside mi fuerza y ésta hace de brújula
por más que en ocasiones las arenas del desierto obstaculicen su mecanismo.

No dudo de que tendré que sortear agrestes farallones
o transitar por rutas cuya soledad abruma
o desmontar los sedimentos que hacen impracticable el ascenso.

Las cúpulas, cada vez más cercanas, me iluminan y me centran.

Considérome afortunado porque el fin y el medio se alimentan mutuamente
regando mis venas.

lunes, 23 de agosto de 2010

Casida Ha


Pertrechado de mis elementos reorganizo la impedimenta

desprendiéndome de lo más gravoso.

Mas si ha de haber combate desigual deberé afinar el cálamo.
Hacer de las palabras lanzas invisibles
que sorteen las defensas de quienes se protegen tras su ignorancia.

Dibujar rutas con las letras más esbeltas que me permitan llegar a ti.
Trazar líneas como adelfas y juncos con las que mi alma se deslice.

Oh, pequeñas cañas que hacen poderosa mi mano y mi intención.
Cuánta satisfacción me otorgáis al protegerme de las fuerzas ocultas.

sábado, 21 de agosto de 2010

Casida Jim

Nada importa que los arqueros del califa afinen su puntería.

Ni que los guardianes de las puertas de la ciudad echen los rastrillos.
Ni que el gobernador envíe a su tropa de élite tras los pasos del intruso.

Llegaré arriesgando y desafiando la suerte
que me ha sido revelada por el oráculo de mi origen.

Entraré por el ámbito menos esperado hasta el patio de los jazmines.
No seré visto porque un hechizo me ocultará de la vista de los ajenos.

Sólo tú distinguirás mi etérea presencia
en el instante en que una oleada cálida acaricie la hondonada de tu nuca.

Alabo desde esta hora la buena estrella en tu nombre y en el mío.

viernes, 20 de agosto de 2010

Casida Tha


Lo frutal destila un aroma

que flota en la huerta de las apetencias.

Las formas se enervan para la vista
a través de la cual se desliza la belleza.

De las ramas sale un gimoteo
pues el árbol no quiere perder el dulzor.

Doy gracias por llegar hasta este jardín
cuya exuberancia se me ofrece en todo su esplendor.

jueves, 19 de agosto de 2010

Casida Ta


Me gusta cuando la palma de tu mano

se hace cuenco de arcilla y recoge mis lágrimas.
Mis lágrimas guardadas de las noches ausentes.

Yo te las ofrezco y ambos catamos para conjurar la sequedad antigua.
Bebemos más y un fulgor de piedras y de ramas
nos bulle en las entrañas. El calor está aquí, líquido y denso, entre nosotros.

Espléndido abrevar del hombre y la mujer en las noches de luna.
Dos seres que confluyen en la mudez del misterio y se sacrifican
en la espera merecida. Aquí, sobre el manto de la tierra, entregados al destino.

lunes, 16 de agosto de 2010

Casida Ba



A veces recojo tus dedos y cierro tu mano

y sujeto fuertemente con la mía tu puño.
Un instante en que las manos hablan y las miradas tiemblan.
Luego distiendo mi fuerza y dejo que cada elemento vuelva a su ser.

Te dejas llevar por el sortilegio que hace crecer cada uno de tus dedos.
Al soltarse lo hacen con lentitud y sosiego.
Sorteando el temor agazapado en la energía que contienes.
Tus dedos se paralizan en el vacío como si pidieran más.

Agradecido al Azar por proporcionar este combate delicado
donde no hay pugna sino reconocimiento mutuo.

domingo, 15 de agosto de 2010

Casida Alef


El Azar me ha procurado los sentidos.

¿Sabe el Azar el bien que me hizo?
No me pide cuentas, no me abandona.
Más bien asiente, tal cuando tomo tus dedos entre mis labios.
Cuando lamo esa yemas frágiles
como si fuesen los cinco elementos del origen constante.

Al hacerlo siento moverse en mi interior
las corrientes más profundas que, no por estar ocultas, son inexistentes.

En cada porción de tus dedos hay una parte integradora del Universo.
Hay más. Fuerza y sensibilidad.
Apacibilidad y existencia transformadora.
De ti y mía.

La mano es el Universo.
Un dedo sacia mi sed antigua.
Otro me hace probar el sabor de lo que nos sujeta.
El de en medio me habla del apaciguamiento.
El cuarto estimula hasta hacer de mi pensamiento una herramienta.
El último flota en mi boca y me busca
y hace nuevo mi ser con su evanescencia.

No tengo palabras para agradecer el don.